Se queda inmóvil sobre sus pies, mira hacia adelante, pero sólo sabe ver lo que la sigue. Como si tuviera ojos en la espalda y los suyos propios estuviesen ciegos.
Siente el frío. Frío... Adora el frío porque así no siente como le arde el cuerpo. El cuerpo que él quema. Aquel que no ha visto, que no tiene cara, ni una simple sonrisa de odio para ella. Está dentro de ella, lo puede sentir. Hermoso y repulsivo a la vez. Un arrebato, una promesa, un soplo de brisa. Diferente y tan suyo.
Cierra los ojos. Tampoco le sirven de mucho. Sonrie, loca, desquiciada. A la espera del cambio definitivo.
Respira de nuevo. Lo ve a lo lejos nítido. El cambio. Su YO interior. El demonio que todos guardamos bello y expectante. Perfecto. Directo. Se acerca. La besa. Se besa a sí misma. Impaciente, enloquecida. Un beso al alma, un beso al aire. Que se queda ahí en lo invisible de la noche.
Y ya no suspira. ¿Quién suspira? ¿Oyes su llanto? Ahora no sabe cuando estallara. Ahora no sabe la hora en que se volverá peligrosa y desvergonzada como siempre quiso, como a veces es...
Sublime! :) Llevaba tiempo sin leerte (es que el internet me va muy mal y con el instituto y tal... =S) pero me ha encantado volver a hacerlo y más con esta entrada que me ha fascinado. Besos! <3
ResponderEliminarGracias Utopía! Espero que mejore tu conexión y que tengas más tiempo que tu también escribes maravillas =D
ResponderEliminarY bueno yo ya llevaba tiempo sin imaginación.
Gracias por tu visita! (L)