No sé si las tijeras de quien lo corta serán muy buenas, si tendrán óxido o si serán pequeñitas como esas que se suelen usar para cortarles a los bebes las uñitas de los pies. Ni idea. Quizá dependa del hilo o de la situación. Mi hilo se ha dividido en dos y ya no brilla ni vibra. Me siento mal, vacía. Ya no tengo aire. Y me gustaría que no me mirases así. Sí, así. Con pesar, disgusto y desánimo. Yo no quería apretar el gatillo y arrebatarte la esperanza en mi. Y hacerlo, además, mientras tu vida se desvanece entre los regueros de sangre. Algo en mi se ha movido, me ha desestabilizado. No me mires así. No. No.
Se oye un estruendo en el epicentro de mi mente entre la locura y la cordura y ¡bang!
Adiós, querido. Siempre te querré.
Se oye un estruendo en el epicentro de mi mente entre la locura y la cordura y ¡bang!
Adiós, querido. Siempre te querré.
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