Sí, esta vez sí. ¿Por qué no? ¿Y por qué sí? Y adiós de nuevo.
Ya no hay musas ni dioses. Sólo ese sentimiento que a veces vuelve para martirizarme. Y nadie lo entiende. Sólo yo, porque soy yo quien tiene algo que contar y la que al mismo tiempo no cuenta nada.
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