Probablemente, ahora mismo todos deseemos ser María y al mismo tiempo no serlo. Algunos podrán pensar que María es rara. Pues yo también quiero ser rara, muy rara. Y que los demás, por esa regla de tres, también lo fueran.
Ojalá todos los maestros o, en mi caso, los futuros maestros tengan la vocación real y sincera para crear ese clima de bienestar y seguridad en el aula y fuera de ella. Porque sea como sea se necesitan maestros enamorados de su profesión, luchadores y fuertes.
Sinceramente, adoro mi profesión.
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