Final feliz. Un toda la vida.
Y yo me vengo abajo.
Porque ya no lo es lo mismo desde que se torció aquella felicidad idealizada. Hace años y tan actual.
Y yo me pongo a temblar. Me pongo a llorar.
Quizá porque el deseo de ese tipo de vida y el miedo a no ser buena para ella, o a que todo se tuerza, terminan igualándose...
Me gusta mucho tu blog :)
ResponderEliminarY permíteme que te diga que "el coraje no es la ausencia de miedo, sino el considerar que hay algo más importante que el miedo". Recuérdalo :)