miércoles, 19 de febrero de 2014

*Cuerdas*

No sé muy bien como me siento, después de haber visto el cortometraje "Cuerdas" de Pedro Solís una y otra vez.  Sencillamente, precioso. Sí, precioso, no me canso de decirlo. Es tan bonito ayudar a alguien que lo necesita y estar a su lado... Demasiada dedicación, demasiado cariño, tanto afán de superación...

Probablemente, ahora mismo todos deseemos ser María y al mismo tiempo no serlo. Algunos podrán pensar que María es rara. Pues yo también quiero ser rara,  muy rara. Y que los demás, por esa regla de tres, también lo fueran.

Ojalá todos los maestros o, en mi caso, los futuros maestros tengan la vocación real y sincera para crear ese clima de bienestar y seguridad en el aula y fuera de ella. Porque sea como sea se necesitan maestros enamorados de su profesión, luchadores y fuertes.

Sinceramente, adoro mi profesión.








martes, 18 de febrero de 2014

*Desidia*

No voy a decirte palabras bonitas esta noche,
tengo las palabras cansadas y la mente dormida.

Este ir y venir agota los sentidos.
Para que mentirse, aquí el problema soy yo, 
ya no leo lo suficiente y escribo mucho menos, entre otras muchas cosas.

Me peleo con las libretas compradas en el todo a cien
y he perdido cualquier esperanza de estrenar aquella preciosa libreta 
que encontré al lado de mi zona universitaria.
No, libretas en Minerva no, que me enamoro. 
Mejor archivadores y bolígrafos, que buena falta hacen.

Hay que despertar de los malos sueños y de la comodidad. Despertar. 
Voy a despertar, aunque sea lentamente y por mi propia alegría de vivir.
Despertaré, por la basura que me queda por decir y esconder.
Además, que no puede ser bueno esto de la mente dormida, ¿no?

No puedo creerlo, de verdad. 

Cuanta desidia por mi parte...

*Algo que contar*

Vuelvo a estar aquí, pero no se cuanto tiempo me quedaré. Supongo que la vida me aleja de esto y cuando me deja un margen de error para volver no es más que para soltar ideas estúpidas. Que si vengo, que si me vuelvo a ir, o quizá me quedé.

Sí, esta vez sí. ¿Por qué no? ¿Y por qué sí? Y adiós de nuevo. 

Ya no hay musas ni dioses. Sólo ese sentimiento que a veces vuelve para martirizarme. Y nadie lo entiende. Sólo yo, porque soy yo quien tiene algo que contar y la que al mismo tiempo no cuenta nada.